Marzo de 2020, en una de las salas del centro de emergencias en Bruselas las pantallas que siguen el avance de la pandemia en el mundo ofrecen un panorama desolador. Los técnicos que atienden llamadas, emails y manejan información de primera mano avisan de que esto es imparable. A los pocos días de aquella visita las autoridades decretan confinamientos en casa, las calles quedan vacías, bares, restaurantes cerrados, supermercados arrasados por completo, miedo e ignorancia, falta de previsión y seguimos pensando que a nosotros no nos va a afectar. Febrero de 2021, casi un año después, los muertos e infectados se cuentan por millones.
Parque infantil sin niños. Bruselas 2020.